A principios del verano, cuando escuché el sonido de las cigarras, mi hermana y Ayame regresaron a casa después del cumpleaños número 17 de mi madre. Regreso a la casa de mis padres casi todos los años debido a la existencia de mi hermana menor, Ayame. Ella es una hermana dulce y añorante que me cuidó en lugar de mi madre, que falleció prematuramente. Ambos están casados, pero tengo sentimientos aún más especiales por ella que por mi propia familia. Y la noche en que terminó el juicio, mi padre nos llamó misteriosamente y admitió que no éramos hermanos.